"[...] resultaron encomiables la fuerza, el poderío y la asunción del discurso vanguardista que tanto escándalo causó en su día. [...] Solaun aprovechó el carácter de este movimiento para demostrar que, si conviene, puede tocar también con suavidad y delicadeza, como haría después en las propinas. Y, también cuando convino, tuvo músculo, mucho músculo. [...] El piano, después, siguió superando dificultades en ataques, saltos, ritmo y potencia. Pero nunca como alarde gratuito, sino ateniéndose a una abrumadora lógica musical."
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